Etimología:
La palabra Solidaridad está compuesta
por:
La palabra latina Solidus, que se asocia con la raíz
indoeuropea Sol.
El sufijo Ario, Solidario: que indica procedencia o
pertenencia.
El sufijo Dad, Solidaridad: que indica cualidad.
El Diccionario de la Real
Academia Española indica que etimológicamente la palabra solidaridad viene del
vocablo latino "solidus",
del que se conocen tres acepciones: 1. Firme, macizo, denso y fuerte. 2. Dicho
de un cuerpo que, debido a la gran cohesión de sus moléculas, mantiene forma y volumen constante. 3.
Asentado, establecido con razones fundamentales y verdaderas. El mismo
diccionario recuerda que en el lenguaje jurídico
dícese "solidario" para referirse al modo de derecho u obligación in
solidum, que implica un compromiso asumido en conjunto por
varias personas que se obligan a responder cada una por el conjunto de ellas.
Como otra acepción de la palabra solidario, se menciona finalmente la adhesión
a la causa o a la empresa de otros, que
se asume como propia.
La propia naturaleza de la palabra describe su aplicación práctica. Valor fundamental que refleja verdadera empatía con el prójimo y constituye la base que propicia el reconocimiento a la igualdad de derechos sin acepción de personas. La solidaridad viene a establecerse como base para muchos otros valores humanos especialmente en tiempos de tribulación. Pieza fundamental de nuestras relaciones sociales y de la verdadera amistad.
La solidaridad trasciende
toda frontera, no conoce límites, no hace acepción de personas.
Es fundamental fomentar la
enseñanza de este valor a los niños desde el amor por los animales y la
naturaleza hasta el amor por su prójimo, ya que es un proceso que durará toda
la vida y está íntimamente ligado con la justicia social.
La solidaridad social
En términos más generales la solidaridad crea sentimientos de pertenencia del hombre a la nación a la cual pertenece, la sociedad en que vive; Es el motor que se enciende para hacer a los ciudadanos de un país trabajar y luchar juntos por un motivo en común.
Para
poder hablar de solidaridad dentro de una sociedad que por naturaleza
discrimina a las personas por razones de
índole racista, sexo o condición social -entre otras- es obligatorio que la
Ley fundamental de un Estado se encargue de regir los derechos y libertades
para consolidar los valores de la libertad, la
independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad
territorial, la convivencia y el imperio de la ley para esta y las futuras
generaciones; que darán como resultado una verdadera justicia social.
En el siguiente extracto podemos ver que para dar cumplimiento a este requerimiento, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela reza lo siguiente:
En el siguiente extracto podemos ver que para dar cumplimiento a este requerimiento, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela reza lo siguiente:
“Se reconocen los derechos
al libre desenvolvimiento de la personalidad y a la igualdad. En relación con
éste último, se refuerza y amplía la protección constitucional al prohibir no
sólo las discriminaciones fundadas en la raza, el sexo la condición social,
sino además, aquellas que, en general, tengan por objeto o por resultado anular
o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de
los derechos y libertades de toda persona. Lo anterior obedece a que en la
práctica la dinámica social suele presentar situaciones de discriminación que
deben su origen a razones distintas de la raza, el sexo o la condición social.”
La
Solidaridad y su base espiritual.
(Hebreos
13:16) “No se olviden de la solidaridad y de hacer el bien, que tales
sacrificios son los que agradan a Dios.”
Nótese
la manera en que se ligan la solidaridad y el bien. Aunque la palabra
solidaridad no la encontramos en la Biblia de manera explícita sí la
encontramos de forma implícita. De hecho, si hay una palabra que traduce perfectamente el
mensaje del Evangelio de Cristo esa es Solidaridad. Todo Su Evangelio nos habla
de una propuesta de solidaridad. Desde el Antiguo hasta el Nuevo Testamento
encontraremos la justicia social que Dios demanda hacia viudas, huérfanos,
desposeídos y extranjeros y en general hacia nuestro prójimo. (Éxodo
22:21-23) “Al
extranjero no maltratarás ni oprimirás, porque extranjeros fuisteis vosotros en
la tierra de Egipto. A la viuda y al huérfano no afligiréis, si lo afliges y él clama a mí, ciertamente yo
escucharé su clamor…”
Trasladándonos
al Nuevo Testamento, parece que la palabra viuda
continúa teniendo un significado muy importante para nuestro Señor. Jesucristo, amonestó
a sus discípulos a que se cuidaran del ejemplo de los escribas, que fingían
rectitud con sus túnicas largas y sus oraciones interminables, pero que
devoraban las casas de las viudas (véase Lucas 20:46–47). La palabra viuda es en algunos casos tipo de
extranjero, huérfano y desposeído a un mismo tiempo. No es
casualidad que Dios tomara previsiones y dispusiera importantes ordenanzas para
su cuidado tanto en el AT como en el NT ¡cuántos seres humanos encontramos en
este estado a lo largo de nuestro camino¡ y muchas veces la solidaridad que
Dios nos demanda desde el principio es ignorada.
En
el Nuevo Testamento veamos lo expuesto por Jesucristo en el pasaje de (Mateo 7:12) “ Así que,
todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también
haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.”
La palabra más próxima a Solidaridad, porque la supone y la
incluye, es Ágape, que aparece 116 veces en el Nuevo
Testamento (de las que sólo nueve en los evangelios). Con ésta se indica el amor que proviene o tiene por objeto a
Dios, o al hombre en cumplimiento del precepto divino: “Amarás a Dios... y al
prójimo como a tí mismo” (Lucas 10:27).
Jesús indica en el Evangelio de Juan la medida del amor solidario: “Este
es el mandamiento mío: que os améis unos a otros igual que yo os he amado” (Juan
15:12). Con este mandamiento Jesucristo se propone a sí mismo como medida e
invita a amar como él amó, hasta el punto de entregar o dejarse quitar el don
más preciado: la vida.
El Evangelio
es, por tanto, una llamada constante a este estilo de vida basado en el amor
solidario. Nuestro Señor Jesucristo nos invita a posicionarnos en un nivel de
utopía. Conmueve los pilares sobre los
que se asienta la sociedad de todos los tiempos: el egoísmo y el dinero para
sustituirlos por un nuevo pilar que haga nacer no una sociedad reformada, sino
una sociedad nueva, totalmente nueva en la que hasta el enemigo se convierte en
objeto de amor y solidaridad.
La generosidad del discípulo de Jesucristo va más allá del compartir. Jesús invita a dar y darse en el caso límite hasta
quedarse sin nada. Compartir es de estricta justicia, dada la igual condición
de todos los hombres, pero los que pertenecen al reino de Dios han superado
aquellos viejos cánones y han sustituido la justicia, como patrón del
comportamiento humano, por el amor al prójimo -incluso cuando es enemigo como
único y decisivo mandamiento. La solidaridad que Dios demanda de sus hijos es aquella nacida de un corazón que anhela el bien ajeno inclusive por encima del propio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario